viernes, 31 de mayo de 2013

Judith Jáuregui y José Sacristán hicieron un recorrido por la poesía de Machado


Golpe a golpe de piano, verso a verso de Machado, haciendo camino al andar a lo largo de una velada extraordinaria. La música y la poesía se entrelazaron anoche en el auditorio del centro cultural Hospital de Santiago en la que fue una de las propuestas con mayor sensibilidad de cuantas ha ofrecido hasta ahora el XXV Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda'. Los responsables fueron el actor José Sacristán y la pianista Judith Jáuregui, que unieron sus fuerzas para regalar a los presentes un recital poético envuelto en un concierto, o un concierto con forma de recital poético. Ambos formatos son igual de válidos. ¿No es la música poesía y la poesía música?
Ambos homenajearon al universal Antonio Machado con el espectáculo 'De los días azules a El Sol de la infancia'. Una propuesta en la que Sacristán emocionó mientras la música y la palabra recorrieron las diferentes etapas y estados de ánimo del poeta sevillano.
El talento de la joven pianista donostiarra, considerada una de las intérpretes de mayor proyección dentro del panorama actual, y el del veterano actor madrileño, tantas veces reconocido a lo largo de su prolífica trayectoria, se han unido para dar forma a un proyecto que se estrenó hace dos años en Bilbao y que se ha llevado por algunos de los principales escenarios de la geografía nacional.
Sacristán fue el encargado de realizar la selección de los poemas para la obra mientras que Jáuregui seleccionó las piezas musicales, que van del romanticismo al impresionismo, con composiciones de Brahms, Schumann, Debussy, Listz, Chopin, Villalobos y Federico Mompou. Sin desmerecer el papel del actor en la piel de Machado, anoche la parte musical resultó sublime, y así lo reconocieron todos los melómanos que no quisieron faltar a esta cita.
Durante el espectáculo se hizo un recorrido por la poesía de Machado a la inversa, es decir, comenzando en 'De los días azules al sol de la infancia' (uno de los últimos poemas de Machado escrito ya en su ocaso en la localidad francesa de Collioure, donde murió) y viajando hacia su Sevilla natal. De esta manera, se pasó de un Machado político a un Machado religioso o a uno que escribe del amor y de la muerte.
En cuanto a la música, la pianista donostiarra hizo la vez de un ángel, de una amiga que le acompaña y que le da la mano a lo largo de este camino. Por este motivo, la música elegida es a veces dramática, y otras esperanzadora o romántica, todo según van pidiendo los versos del poeta sevillano. En definitiva, un espectáculo sencillo, pero delicado, sutil y contundente.


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