lunes, 11 de junio de 2018

Citas culturales de altura con grandes nombre propios del canto, la danza, la música, el flamenco y la interpretación



Ainhoa Arteta, Carmen Linares, Marina Heredia, Arcángel, el Ballet de Monterrey o Juan Echanove estuvieron en la cuarta semana del trigésimo Festival Internacional de Música y Danza


Ainhoa Arteta con Rubén Fernández Aguirre y Pilar Astola, Carmen Linares con Marina Heredia y Arcángel, Rolanda Ginkute con Vadim Gladkov, el Ballet de Monterrey, y Juan Echanove con Azumi Nishizawa, fueron los nombres propios de la cuarta semana del trigésimo Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda', que ya encara su recta final.

Arrancó esta nueva tanda de espectáculos el jueves, en el auditorio del Hospital de Santiago, con la soprano Ainhoa Arteta, que ya estuvo en el festival en 2003 y 2007. Regresó a Úbeda junto al pianista Rubén Fernández Aguirre, uno de los mejores instrumentistas de acompañamiento, y la bailaora Pilar Astola para poner en escena el programa 'La voz y el poeta', un homenaje a Federico García Lorca con obras del propio autor granadino como hilo conductor del repertorio junto a composiciones de Antón García Abril, García Morante, García Leoz y Xavier Montsalvatge.

Fue un espectáculo singular en el que el público, que abarrotó la sala, pudo disfrutar de una fusión entre música, danza y literatura en torno al universo creativo de Lorca, dos días después de celebrarse el 120 aniversario de su nacimiento. Todo ello con la voz de Ainhoa Arteta como protagonista, una artista que ha demostrado sus amplias inquietudes y versatilidad, abriéndose a repertorios más allá de los puramente encorsetados en el 'bel canto' (tras un par de discos con versiones de pop ahora anda metida en un espectáculo dedicado a Leonard Bernstein para celebrar el centenario de su nacimiento). Los aplausos resonaron en un auditorio que volvió a rendirse a su talento.

Flamenco multiplicado por tres

Si individualmente son unos auténticos maestros del cante, juntos son capaces de armar la mayor de las fiestas flamencas. El viernes lo consiguieron en Úbeda. Carmen Linares, Arcángel y Marina Heredia se subieron al escenario de un abarrotado auditorio del Hospital de Santiago para presentar 'Tempo de luz', un espectáculo único, como sus tres protagonistas, que sirvió para dar una pequeña muestra de la diversidad y versatilidad de este arte considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

El trigésimo Festival 'Ciudad de Úbeda' hizo así su habitual guiño a un género que goza de numerosos aficionados en la localidad y sus alrededores. Aunque, tratándose de tamaños artistas, en este caso fue mucho más que un simple gesto. No obstante, la propuesta gustó tanto al sector más entendido como a los menos acostumbrados a abrir sus oídos al cante, pues está pensada para recorrer una amplia variedad de palos, sin detenerse en los más complejos y recreándose en los más festeros.

Los tres protagonistas de la velada dejaron patente por qué se encuentran entre los mejores cantaores del momento, cada uno a su modo. Carmen Linares con su voz llena de matices y musicalidad que llega a lo más hondo, desbordante de un estilo muy personal y ampliamente versátil. Arcángel con su gran creatividad, su profundo conocimiento y respeto de la raíz de lo jondo combinado con un interés incesante por encontrar nuevos caminos; quizá el más arriesgado del trío, y también quizá quien tenga el mejor fraseo del flamenco actual. Y Marina Heredia, que es dulzura y desgarro, buen gusto y matices, música sin géneros ni etiquetas; es jondura exquisita, historia y futuro, modernidad rabiosa y presente espléndido.

La velada resultó preciosa. Arrancó con los tres cantaores marcando el compás a golpe de nudillo sobre la mesa. En ese momento el auditorio ya estaba entregado por completo a la magia de 'Tempo de luz'. Después los tres artistas se fueron alternando. También los cantes: toná, alegrías, mirabrás, seguiriyas o fandangos a tres voces, éxito asegurado sonando además la voz de un onubense. Y fuera de lo clásico hubo incluso algo de copla y alguna versión.

Gran parte de la calidad del espectáculo fue responsabilidad del grupo acompañante, que también tuvo sus momentos de protagonismo. Las guitarras de Miguel Ángel Cortés y José Quevedo 'Bola' sonaron a gloria, junto a la percusión de Agustín Diassera. Y Ana Morales inundó con su baile el escenario en cada aparición, en una conjunción perfecta de los modos de otros tiempos y las formas más actuales. En torno a ella se montó la fiesta final por bulerías.

Matinal de violín y piano

Respecto a la mañana del sábado, en el Palacio Anguís de Medinilla y dentro de 'Las matinales del Festival', actuó la violinista lituana Rolanda Ginkute, presente en Úbeda por haber sido ganadora del XVI Certamen Intercentros Melómano de la Fundación Orfeo 2017 y en base a la apuesta de la cita ubetense por los jóvenes valores. Estudió en la Escuela Superior de Música y Danza de Colonia (Alemania) y en la actualidad disfruta de una beca de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Tuvo su debut a la edad de 5 años y, dos años más tarde, recibió su primer premio en el Concurso Internacional de Violín en París.

Desde entonces ha obtenido numerosos premios en concursos nacionales e internacionales. Actuó junto al pianista Vadim Gladkov y con un interesante y muy bello programa que permitió admirar las innegables condiciones de esta joven violinista. Sonaron obras de Mozart, Strauss, Ysaye y Waxman.

'El lago de los cisnes'

Y por la noche, el Festival Internacional de Música y Danza cubrió con creces la cuota de la segunda de las artes a las que se dedica con la presencia del Ballet de Monterrey (México). La prestigiosa compañía, que bebe de la escuela cubana, llevó a escena 'El lago de los cisnes', montaje que por primera vez se pudo ver completo en la localidad, con introducción, nudo y desenlace, un hecho no tan habitual como pudiera parecer pues normalmente solo es posible disfrutar de algunas de su partes en grandes galas dedicadas a las obras universales de la danza clásica.

La función tuvo lugar en la plaza de toros en presencia de un numeroso público que suele respaldar este tipo de espectáculos, convirtiendo en éxito cada cita con la danza del festival. Con dirección de José Manuel Carreño y coreografía de Luis Serrano sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivanov, el amplio elenco de bailarines y bailarinas puso movimiento a la música de Tchaikovsky, luciendo vestuario de Marco Reyna y mostrando una calidad técnica impresionante, digna de esta compañía. Se materializó así una magnífica velada que vino a engrandecer aún más esta edición tan especial del 'Ciudad de Úbeda'.

Los presentes disfrutaron de la versión completa de una obra, sin duda, elevada a paradigma del ballet de todos los tiempos, de belleza y auténtico drama, perteneciente al genuino ballet romántico y que revela la lucha del bien y el mal. Basada en un cuento de hadas alemán, es una historia de amor, engaño y sacrificio, que exigió los máximos estándares técnicos y artísticos para los bailarines del elenco.

Voz, piano y Lorca

Cerrando la cuarta semana de Festival Internacional de Música y Danza 'Ciudad de Úbeda', que ya se adentra en su recta final, el Teatro Ideal Cinema recibió el domingo a un dúo de auténtico lujo, el formado por la pianista Azumi Nishizawa y el actor Juan Echanove. Ambos fusionaron sus respectivos talentos en un espectáculo singular con el que el numeroso público asistente pudo disfrutar de una mezcla entre música, interpretación y literatura en torno al universo creativo de Federico García Lorca, solo unos días después de celebrarse el 120 aniversario de su nacimiento.

Ella, virtuosa y vinculada a la música española en sus propuestas artísticas, y él, uno de los grandes actores que ha dado la historia del cine y el teatro en nuestro país, se adentraron con la propuesta 'Federico en la memoria - La noche amarilla' en las más bellas páginas de la música de Falla, Granados, Ravel, Debussy, Gershwin y Mompou y en los textos más íntimos del poeta granadino.

Resultaron especialmente emotivos, por su hondura y trascendentalismo, los versos de 'Poeta en Nueva York' intercalados, por ejemplo, con 'Rhapsody in blue' de Gershwin al piano. Por voz de Echanove sonaron, entre otros poemas, el bello 'Oda a Walt Whitman', el musical 'Pequeño vals vienés' y el desconcertante y social 'Nueva York (oficina y denuncia)'. Y no faltaron 'Balada triste' o, del 'Romancero gitano', 'Romance del emplazado' y 'Romance sonámbulo' con su celebérrimo «verde que te quiero verde».

Un bellísimo espectáculo de sentimientos, emociones, sonidos, palabras... y también de silencios, rotos al final por una cerrada ovación que reconoció la sensibilidad de Nishizawa y Echanove y su acierto al recopilar unas obras que siguen plenamente vigentes.





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