Con
el auditorio del Hospital de Santiago abarrotado llegó anoche uno de
los momentos más esperados del vigésimo sexto Festival Internacional de
Música y Danza 'Ciudad de Úbeda': la cita con la voz cálida y llena de
sentimiento de Pasión Vega. La artista malagueña estuvo acompañada por
el temperamental piano de los hermanos del Valle (Víctor y Luis) para
ofrecer el espectáculo denominado 'Dos Pianos con Pasión (Cartas desde
Nueva York)', en el que combinaron música y texto, mostrando a los
presentes una nueva faceta actoral que hizo descubrir sus dotes para la
interpretación.
Tras
el estreno mundial del pasado mes de septiembre y un pequeño receso por
la reciente maternidad de la cantante, Pasión Vega y el Dúo del Valle
vienen desarrollando una gira por los principales escenarios del país
que anoche recaló en Úbeda. Una ciudad que tenía ganas de reencontrarse
con la intérprete que visitaba el municipio por tercera vez.
Anteriormente lo hizo en 2002 con un concierto propio en el pabellón
polideportivo (su voz quizá haya sido lo único que ha sonado bien en ese
lugar en toda su historia) y en 2010 con una fugaz aparición en uno de
los recitales del Festival Internacional de Música de Cine (hoy con sede
en Córdoba). Aunque su voz, cargada de dulzura y matices, sigue siendo
igual de maravillosa (o quizá más), esta vez la propuesta fue diferente,
más musical, más teatral.
Provenientes
de ámbitos muy diferentes de la música, las trayectorias de Pasión Vega
y de los hermanos del Valle gozan del reconocimiento de crítica y
público en sus respectivos géneros. Ella con un estilo elegante e
inconfundible y ellos con una enérgica interpretación cargada de
emoción. Así, 'Dos Pianos con Pasión (Cartas desde Nueva York)' ofreció
en la ciudad patrimonial de Úbeda un novedoso mestizaje escénico y
musical, donde lo clásico y lo popular se fundieron en un evocador y
sorprendente viaje sobre el escenario. Una cita dirigida por Vanessa
Martínez y con los arreglos musicales de Alberto Martín Díaz.
Todo
partió de un mágico baúl encontrado en Nueva York conteniendo
misteriosos objetos y cartas que sirvieron para originar una discusión
cimentada en la búsqueda de la identidad del propietario. Un juego del
que se hizo partícipe al público a través de un original guión envuelto
en una elegante escenografía que sirvió para hilar las distintas
canciones.
De
esta forma, el espectáculo propuso un viaje de ida y vuelta a ambos
lados del Atlántico, entremezclando obras de Manuel de Falla, Agustín
Lara, Ernesto Halfter, Federico García Lorca, Santos Discépolo, Satie…
Un abrazo entre músicas clásicas y populares… entre el jazz, el
flamenco, el klezmer, el fado, el music hall, la copla... sin perder de
vista las influencias de los compositores clásicos.
Pero
la cita fue también un viaje en el tiempo a través de la música, la
oportunidad de vislumbrar la belleza de unas canciones que poseen en su
interior el elixir de la juventud y que después de un siglo permanecen y
llegan al corazón exactamente igual que lo hicieron el día de su
estreno. Sin duda, las expectativas se cumplieron, como lo demostró la
ovación del público a estos tres artistas que protagonizaron una noche
inolvidable.
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